El Sueño de un Curioso
Tú conoces, igual que yo, el dolor sabroso
y haces decir de ti: «¡Ah, qué hombre tan extraño!»
-Yo iba a morir. Había en mi alma amorosa
ansia y horror mezclados, un mal particular;
angustia y esperanza, sin humor rebelde.
Cuanto más el reloj vaciaba su arena,
más deliciosa y ávida se hacía mi tortura.
Mi corazón partía del mundo familiar.
Estaba como el niño de espectáculo ansioso
que el telón, como se odia un obstáculo, odiaba...
Por fin se reveló la verdad fría: muerto
sin extrañeza estaba, y la aurora terrible
envolvíame. -¡Y qué! ¿No es nada más que esto?
Se levantó el telón y aún seguía esperando.
envolvíame. -¡Y qué! ¿No es nada más que esto?
Se levantó el telón y aún seguía esperando.
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