"Una sola presencia hace en tu vida la diferencia."
06 abril, 2018
Ante la sombra virgen - Juan Ramón Jiménez
Oyasumi punpun - inio asano
Siempre yo
penetrándote,
pero tú siempre virgen,
sombra; como aquel día
en que primero vine
llamando a tu secreto,
cargado de afán libre.
pero tú siempre virgen,
sombra; como aquel día
en que primero vine
llamando a tu secreto,
cargado de afán libre.
¡Virgen oscura y
plena,
pasada de hondos iris
que apenas se ven; toda
negra, con las sublimes
estrellas, que no llegan
(arriba) a descubrirte!
pasada de hondos iris
que apenas se ven; toda
negra, con las sublimes
estrellas, que no llegan
(arriba) a descubrirte!
Dolor, Coplas - Gabriela Mistral
A la azul llama del
pino
que acompaña mi destierro,
busco esta noche tu rostro,
palpo mi alma y no lo encuentro.
que acompaña mi destierro,
busco esta noche tu rostro,
palpo mi alma y no lo encuentro.
¿Cómo
eras cuando sonreías?
¿Cómo eras cuando me amabas?
¿Cómo miraban tus ojos
cuando aún tenían alma?
¿Cómo eras cuando me amabas?
¿Cómo miraban tus ojos
cuando aún tenían alma?
¡Si
Dios quisiera volvérteme
por un instante tan sólo!
¡Si de mirarme tan pobre
me devolviera tu rostro!
por un instante tan sólo!
¡Si de mirarme tan pobre
me devolviera tu rostro!
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A la estrella nocturna - William Blake
¡Tú, ángel rubio de
la noche,
ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende
tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona
y sonríe a nuestro lecho nocturno!
Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado
sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos
al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en
el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos
y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,
te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo
y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.
La lana de nuestras majadas se cubre con
tu sacro rocío; protégelas con tu favor.
ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende
tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona
y sonríe a nuestro lecho nocturno!
Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado
sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos
al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en
el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos
y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,
te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo
y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.
La lana de nuestras majadas se cubre con
tu sacro rocío; protégelas con tu favor.
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Bulto sin amor - Vicente Aleixandre
Basta, tristeza,
basta, basta, basta.
No pienses más en
esos ojos que te duelen,
en esa frente pura encerrada en sus muros,
en ese pelo rubio, que una noche ondulara.
en esa frente pura encerrada en sus muros,
en ese pelo rubio, que una noche ondulara.
¡Una noche! Una vida,
todo un pesar, todo un amor, toda
una dulce sangre.
Toda una luz que bebí de unas venas,
en medio de la noche y en los días radiantes.
una dulce sangre.
Toda una luz que bebí de unas venas,
en medio de la noche y en los días radiantes.
Te amé... No sé. No
sé qué es el amor.
Te padecí gloriosamente como a la sangre misma
como el doloroso martillo que hace vivir y mata.
Te padecí gloriosamente como a la sangre misma
como el doloroso martillo que hace vivir y mata.
Sentí diariamente que
la vida es la muerte.
Supe lo que es amar porque morí a diario.
Supe lo que es amar porque morí a diario.
Pero no morí nunca.
No se muere. Se muere...
Se muere sobre un aire, sobre un hombro no amante.
Sobre una tierra indiferente para los mismos besos.
Se muere sobre un aire, sobre un hombro no amante.
Sobre una tierra indiferente para los mismos besos.
Eras tan tierna; eras
allí, remotamente, hace mucho,
eras tan dulce como el viento en las hojas,
como un montón de rosas para los labios fijos.
eras tan dulce como el viento en las hojas,
como un montón de rosas para los labios fijos.
Después, un rayo
vengativo, no sé que destino enigmático,
qué luz maldita de un cielo de tormenta,
descargó su morado relámpago sobre tu frente pura,
sobre tus ojos dulces,
sobre aquellos labios tempranos.
qué luz maldita de un cielo de tormenta,
descargó su morado relámpago sobre tu frente pura,
sobre tus ojos dulces,
sobre aquellos labios tempranos.
Y tus ojos de fósforo
lucieron sin espera,
lucieron sobre un monte pelado sin amores,
y se encendieron rojos para siempre en la aurora,
cielo que me cubriera tan bajo como el odio.
lucieron sobre un monte pelado sin amores,
y se encendieron rojos para siempre en la aurora,
cielo que me cubriera tan bajo como el odio.
¿Quién eres tú? ¿Qué
rostro es ése, qué dureza diamantina?
¿Qué mármol enrojecido por la tormenta
que los besos no aplacan, ni la dulce memoria?
Beso tu bulto, pétrea rosa sin sangre.
Tu pecho silencioso donde resbala el agua.
Tu rostro donde nunca brilla la luz azul,
aquella senda pura de la blandas miradas.
Beso tus manos que no vuelan a labios.
Beso su gotear de un cielo entristecido.
Pero quizá no beso sino mis puras lágrimas.
¿Qué mármol enrojecido por la tormenta
que los besos no aplacan, ni la dulce memoria?
Beso tu bulto, pétrea rosa sin sangre.
Tu pecho silencioso donde resbala el agua.
Tu rostro donde nunca brilla la luz azul,
aquella senda pura de la blandas miradas.
Beso tus manos que no vuelan a labios.
Beso su gotear de un cielo entristecido.
Pero quizá no beso sino mis puras lágrimas.
Esta piedra que
estrecho como se estrecha un ave,
ave inmensa de pluma donde enterrar un rostro,
no es un ave, es la roca, es la dura montaña,
cuerpo humano sin vida a quien pido la muerte.
ave inmensa de pluma donde enterrar un rostro,
no es un ave, es la roca, es la dura montaña,
cuerpo humano sin vida a quien pido la muerte.
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Vicente Aleixandre
Nocturno 9 - Oliverio Girondo
Reverberation - Agoera
Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraría,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraría,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterías,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterías,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
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23 noviembre, 2016
31 octubre, 2016
Poema. Alta hora de la noche, Roque Dalton
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
seria el tenue faro buscado por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejas que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombres cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz
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Cartas, Franz Kafka.
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